La importancia de la representación juvenil en espacios de discusión sobre el futuro del planeta

Hoy 12 de agosto es la Jornada Mundial de la Juventud, creada por la Asamblea General de la ONU hace más de 20 años.

12 de Ago de 2021

Crédito: Mira Kireeva

Por Luísa Falcão y Gabrielle Alves

 

Hoy, 12 de agosto, es la Jornada Mundial de la Juventud, creada por la Asamblea General de la ONU hace más de 20 años. Simbólicamente, la fecha demuestra la importancia de la participación de los jóvenes en los espacios y debates sobre la planificación, decisión, ejecución y evaluación de políticas en diferentes ámbitos. A nivel internacional, esta importancia se ha visto reflejada en foros promovidos por Naciones Unidas en temas ambientales -como las Conferencias de las Partes sobre Clima y Biodiversidad-, que han buscado garantizar una mayor diversidad en cuanto a generaciones, regiones, etnias, razas y géneros.

 

La participación política en los temas ambientales protagonizados por la juventud se ha convertido en un símbolo de vanguardia frente a los desafíos que presentan los estudios recientes sobre la emergencia climática del planeta. Cada vez más, los jóvenes nos involucramos con otros sectores de la sociedad para abordar el debate ambiental y climático con la debida seriedad, discutiendo modelos de desarrollo, exponiendo lo que queremos para el futuro y señalando en qué hemos fracasado hasta ahora.

 

Durante muchos años, los líderes mundiales pusieron la esperanza y la responsabilidad de construir un futuro sostenible en manos de los jóvenes, eliminando la obligación de reestructurar el presente. La joven activista climática Greta Thunberg aboga por jóvenes activos que exigen acciones concretas y urgentes para combatir la crisis climática. De esta forma, se dirige a los líderes mundiales actuales cuando dice: «Me robaste mis sueños y mi infancia con tus palabras vacías». La joven sueca exige, por tanto, una acción urgente ante un mañana amenazado por las falsas promesas del presente.

 

En Brasil, tenemos buenos ejemplos de cómo el activismo juvenil genera individuos y colectivos comprometidos en la construcción de narrativas y acciones que incentivan y fortalecen cambios sistémicos en el área ambiental. Ellos son: Paloma Costa, asesora legal del Instituto Socioambiental (ISA) y asesora juvenil en Clima del secretario general de las Naciones Unidas (ONU), como parte del Grupo Asesor Juvenil; João Henrique Cerqueira, cofundador de Clima de Eleição, una campaña para calificar la discusión sobre la crisis climática en la política nacional que ganó el Concurso de Casos de Política Juvenil, promovido por la ONU; Melina Sakiyama, cofundadora de Global Youth Biodiversity Network, la principal organización que representa a los jóvenes en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica; Amanda Costa, joven embajadora de la ONU, fundadora de Perifa Sustentável y miembro de la lista Forbes Under 30; Marcelo Rocha, activista e investigador sobre racismo climático, nombrado por la ONU como uno de los 100 afroamericano más influyentes del mundo; y Artemisa Xakriabá, activista juvenil indígena brasileña y voz emergente de la lucha de los pueblos indígenas contra el cambio climático y en la denuncia de la violencia contra los pueblos indígenas.

 

Para que estos ejemplos dejen de ser la excepción y se conviertan en la regla, es necesario garantizar la presencia de la juventud en los mecanismos administrativos, políticos y judiciales que aseguren el acceso a la información, la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones ambientales y la defensa de los defensores ambientales, compromisos que vienen avanzando a nivel regional a través del llamado Acuerdo de Escazú. Este es el primer tratado ambiental de América Latina y el Caribe que promueve la gobernanza climática a través de la construcción de entornos de toma de decisiones que sean participativos, inclusivos y seguros. Por lo tanto, permite la expansión del activismo climático fomentando herramientas de datos abiertos y promoviendo la expansión de consultas públicas sobre temas ambientales, elementos esenciales para el compromiso colaborativo e informado.

 

Si bien el escenario político-ambiental actual es dramático, aún hay tiempo para posponer el fin del mundo, como brillantemente enseñó el líder indígena Ailton Krenak: “Mi provocación sobre posponer el fin del mundo es precisamente que siempre poder contar una historia más. Si podemos hacer eso, pospondremos el final».

 

Por ello es que el fomento de la participación y la discusión política por parte de los jóvenes tiene consecuencias tan importantes. Además de poder construir un mundo con hábitos más sostenibles, podemos movilizar a nuestros pares para presionar por la reformulación de las políticas actuales. Es hora de que actuemos para que al menos se pueda posponer el final.

 

* Luísa Falcão y Gabrielle Alves son jóvenes investigadoras de Plataforma CIPÓ, un instituto de investigación independiente dirigido por mujeres y dedicado a temas de clima, gobernanza y paz.


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